La agencia tributaria
La agencia tributaria que está al servicio del contribuyente
se jacta de facilitarnos la ejecución
de nuestra anual obligación:
La temida declaración
además de otros asuntos varios realizados anualmente.
Quizás por eso ha reformado sus instalaciones
en donde el sufrido ciudadano
realiza sus tramitaciones
en otoño, primavera, invierno y verano.
Antes de la reforma en cuestión
la compra de un impreso era cosa sencilla
te colocabas delante de la ventanilla
y el empleado te lo vendía en una simple acción.
Pero ahora el asunto se ha complicado:
Para cualquier trámite es obligado
sacar un papelito numerado
de una máquina que a la entrada han colocado
mucho más grande que la de los supermercados.
Acto seguido tu guardas vez, con suerte, sentado
y en una pantallita fijas la mirada
en donde va saliendo la numeración
y si tu no prestas la debida atención
se te pasa el turno y de vuelta a la máquina de la entrada.
Así puedes estar con esta tensa espera
un desesperante tiempo indefinido
que deja en buen lugar la visita a un medico cualquiera
y que cuando sales estás como algo aturdido.
Así es que a partir de ahora en la agencia tributaria
cuando por desgracia debas realizar en ella una gestión
sabes cuando entras pero no cuando sales, ¡traición!
y te entra como una especie de urticaria.