NAVIDADES, UNA VEZ MAS

 


Otras Navidades han llegado

y alteran nuestra vida rutinaria de cada día

todos nos llenamos de una festiva alegría

por lo que compramos y nos sentimos realizados.


La televisón nos informa y nos enseña la mercancía

los escaparates nos incitan

los niños nos apresuran e impacientan

y nos lanzamos a la compra con fe y esperanza renacidas:

fe…. en encontrar lo que anhelamos

y esperanza…… en no gastar demasiado, pues nos arruinamos

pero en los cálculos monetarios no siempre acertamos

y viene la cuesta de enero y nos cansamos.


Las luces de calles y comercios iluminan nuestro quehacer…

y guiados por ellas gastamos con jubiloso placer.

Suenan los entrañables villancicos en el ambiente

acompañados por Santa Clauses con empaquetados presentes

y el Niño Jesús observa todo de soslayo

y piensa que, quizás, como las flores, ha nacido en mayo

pero resulta que en enero vienen los Reyes Magos

y, como todos los niños, recibe regalos y halagos.


El comienzo de estos días trepidantes

lo marca la lotería de Navidad

que se afronta com ilusiónes anhelantes

que casi siempre, es cuestión de probabilidad,

devienen en decepciones rutinarias y frustrantes;


y los tradicionales belenes

van dando paso a abetos y pinos naturales

que desarbolan los bosques terrenales

y deterioran el medio forestal, fuente de nuestros bienes.

Es aconsejable y prudente

que si persistimos en nuestras arboladas intenciones

borremos lo natural de nuestra mente

y adquiramos plastificadas imitaciones.

¡Nos lo agradecerá mucho el medio ambiente!


Y después de la Nochebuena y Navidad, con sus excesos culinarios

que rompen nuestras dietas, mas habituales y equilibradas,

llega la Nochevieja, ¡el último día del calendario!

y casi, casi, por obligación

tenemos que festejarlo con mucha marcha y relumbrón:

Primero una opípara cena con caldos adecuados

postreada con dulces, mazapanes y turrones

y cuando de comer ya estamos saciados…

las campanadas, las uvas, el espumoso y las felicitaciones:

Los eufóricos, artificiosos y deslumbrantes programas de nuestras televisiones

nos ayudan y empujan en estas buenas y tradicionales intenciones.


Todo es regocijo, todo es alegría, ¡enhorabuena!

celebremos el Año Nuevo con bailes, fiestas y verbenas;

y cuidado con chutarse y emborracharse:

nuestros cuerpos y mentes, peligrosamente, pueden desajustarse.

Pasado el jolgorio, llega la resaca y a dormir,

y después un nuevo año viene y… ¡a vivir!

10 de diciembre de 2007